Igual es que soy el aceite que no se mezcla con el agua, siendo este último los malos rollos. Porque no me gustan y porque no tengo la necesidad imperiosa de buscar el enfrentamiento; pero hay veces que ciertos comentarios, faltas de respeto y el incumplimiento de palabra son tan numerosos que hasta mi memoria decide empezar a recordar.
No es personal, es más que nada, un mecanismo de autodefensa. Porque creo de verdad que estoy acostumbrada a recibir y a callar demasiado.
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