Lo único que quiero al fin del día.
Pero también es cuando me oigo por dentro y me entran temores. Temores de no ser tan fuerte como me creo, ni de poder querer tanto como proclamo.
El vivir tantos hechos malos o los daños que te infligen o te inflijas, poco a poco va minando tu espíritu. ¿O no? Quisiera volver a creer que hay cosas bonitas duraderas y por las que merece la pena seguir aparte de las dos o tres razones que se me ocurren. Los atardeceres son bonitos pero el auge dura, ¿cuánto? ¿50 segundos?
No es tan fácil querer, requiere de personas valientes y seguras de sí misma, y esas cualidades son algunas de las que dudo de mí misma muchas veces.
Aún así, sigo prefiriendo el silencio.
¡Valiente!
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