Accidentes de tráfico, asesinatos, suicidios... Y al final de esa larga lista: cáncer.
Es una palabra que, quien no la sufre o no la ha sufrido, no le dice nada. Pero cuando eso no es así, es una palabra que te hace temblar.
Prefiero que el corazón se me pare, que los pulmones dejen de respirar o que me falle el organismo, a que una enfermedad tan infecta me vaya comiendo la vida durante los años.
Este año está siendo ya demasiado infecto.
Nunca voy a olvidar cuando estuviste a nuestro lado en los momentos difíciles y ahora, te pasa a ti lo mismo. Soy enemiga de decir lo siento, porque no es una sentencia de muerte; pero muchas fuerzas, Ana. No dejo de pensar en ti y en tu familia. Todo lo que sientas, lo entiendo.
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